En la primera revisión que paso a
cualquier niño, igual que indago en los antecedentes de la familia, también pregunto
sobre si los padres son fumadores, para poder aconsejarlos. Sé que la mayoría de
veces mis consejos caen en “saco roto”, pero si puedo evitar que la exposición
de un solo niño al humo del tabaco merecerá la pena.
Según la Organización Mundial de la Salud,
el tabaco es una de las grandes epidemias, que se ha hecho mucho más frecuente
en la mayoría de los países desarrollados a lo largo del siglo XX y con ello
todas las enfermedades que asocia. Más de un billón de adultos son fumadores en
todo el mundo ¿conocemos las consecuencias que suponen para los niños de su
alrededor? El humo del tabaco tiene más de 7.000 sustancias químicas, de las que 250 son tóxicos conocidos.
Sabemos que un adulto que fuma tendrá más riesgo de cáncer de pulmón, de
infarto o de problemas pulmonares, pero ¿sabemos lo que supone para un niño que
se fume (o haya fumado) al lado suyo? Porque, aunque el niño no fume
directamente, si su padre o alguien a su alrededor fuma, tendrá una serie de riesgos
asociados por ser un fumador pasivo. El fumador pasivo está expuesto al humo
que sale del cigarrillo, al humo exhalado por el fumador, además de a todas
aquellas sustancias que se depositan en la piel del fumador, su ropa o las
distintas superficies que están a su alrededor.
Yo, habitualmente en esa primera
revisión, le explico a los papás los riesgos para su hijo de que se fume a su
alrededor, para que entiendan que esto no es capricho mío. Vale ¿y cuáles son
esas consecuencias que tiene para un niño que se fume (o haya fumado) a su
alrededor?
- Una encuesta entre 17.448 niños americanos demostró que los hijos de padres fumadores, cuando enfermaban, tenían una mayor estancia en casa y, por tanto, más faltaban al colegio.
- El que la mamá fume en el embarazo, o haya sido fumadora pasiva, se asocia a más muerte alrededor del nacimiento, más posibilidades de que el niño sea prematuro, más posibilidades de malformaciones en el niño y que éste nazca con menor peso del que le correspondería. Además, una revisión del Departamento Americano de Salud, del 2014, concluye que la exposición a nicotina en el embarazo tiene consecuencias negativas para el desarrollo cerebral.
- En cuanto al síndrome de muerte súbita del lactante (esa muerte inesperada en un niño aparentemente sano mientras duerme), se estima que, en un 25-40% de ellos, la mamá fumaba en el embarazo y que es 3 veces más frecuente en aquellos niños que tienen alguien que fuma a su alrededor.
- Muchos estudios demuestran que los niños que están expuestos al humo del tabaco tienen más catarros, sibilantes (los conocidos como “pitos”), crisis de asma (más crisis y más severas que las de los hijos de papás no fumadores), bronquitis, neumonía… En general, más procesos respiratorios, ya que es un gran irritante.
- La exposición al humo del tabaco se relaciona con pequeños cambios en la capa interna de los vasos, que asocia desarrollo de arterioesclerosis.
- Parece que también hay relación entre más infecciones del oído y exposición al tabaco, pero los estudios no son del todo concluyentes.
- Un estudio con 3531 niños entre 4 y 11 años asoció niveles mayores de cotinina (sustancia que viene de la nicotina) y más caries en dientes de leche.
- Parece que también hay algunos estudios que indican un riesgo de cáncer en la infancia algo mayor en hijos de fumadores.
Después de todo esto pensaréis
que los padres salen corriendo a tirar todo el tabaco que les queda en casa,
¿no? Pues no es así. A muchos les sienta hasta mal lo que les digo y niegan que
suponga ningún problema para el niño. Excusas varias, que fuman fuera de casa,
que fuman en la galería, que no fuman delante de los niños… Me da igual. La
nicotina y otras sustancias tóxicas se pegan “como una lapa” a nuestro cuerpo.
¿Los fumadores llevan cuidado después de fumar? ¿Se lavan las manos con las que
luego tocan a sus hijos? ¿Se lavan la boca con la que luego les dan besos? ¿Se cambian
de ropa donde se impregnan todos esos tóxicos? Yo creo que no, que los papás
fumadores no son tan escrupulosos. Pues aunque no fumes delante de tu hijo
también le pueden estar llegando sustancias del tabaco. Lo que yo me encuentro en
la consulta es que los niños huelen a tabaco, el humo se pega en todos sitios
con facilidad. En estos casos, mi última herramienta es hacer una analítica
para demostrar a los padres que el niño está respirando nicotina. La cotinina
es un producto de la nicotina que se puede medir en sangre, orina o saliva. En
los niños la solemos medir en la orina para cuantificar su exposición al
tabaco, pero no nos da el nivel de exposición al monóxido de carbono u otros
tóxicos que también van con el tabaco. ¿Problema? A veces, como los papás saben
para qué es, no le hacen el análisis. Yo aún no he hecho ningún análisis de
cotinina que no salga positivo. ¿Es que no vemos todos por la calle padres
paseando a sus hijos fumando? ¿O padres en el parque con sus hijos? Ahí también
están expuestos al tabaco, aunque sea al aire libre.
Por último, lo malo del tabaco no
es sólo el riesgo de tener problemas en la infancia (¡cuántos niños tengo
asmáticos en la consulta con crisis frecuentes, que entran con olor a tabaco en
la ropa a la consulta y sus padres aún se preguntan por qué están siempre
malos!). El otro gran problema es que los niños copian lo que hacen sus mayores
y sus modelos; si un niño se cría en un ambiente de padres fumadores, ¿cuántas
posibilidades creéis que tendrá de ser fumador en la adolescencia/edad adulta?
Pues según un estudio con 1000 pacientes, publicado en la prestigiosa revista Pediatrics,
los adolescentes hijos de padres que fuman tienen 3 veces más posibilidades de
fumar que los que no tienen padres fumadores. A esto se suma que, según el
estudio ESTUDES, en 2014, un 31.4% de nuestros adolescentes de entre 14 y 18
años consumieron de tabaco en el último año (¡1 de cada 3!).
¿No deberíamos plantearnos, en serio, cambiar los malos hábitos por la salud de
todos?
Hasta la próxima,
Dra. Matilde Zornoza Moreno
(Pediatra2punto0)
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