El tema que hoy os comento es muy de esta época y vale tanto para
niños como para los papás. En general, a lo largo de todo el año solemos ver
gastroenteritis, pero cuando llega el buen tiempo este tipo de virus
proliferan. Vamos a ver una serie de consejos (como siempre con su
justificación científica) sobre qué hacer y qué no hacer, qué es verdad y qué
mito.
La gastroenteritis es un problema digestivo que se manifiesta distinto
en cada niño. Puede dar náuseas, vómitos, diarrea, fiebre, dolor de barriga y
otra serie de síntomas más generales, como dolor de cabeza o malestar general.
¿Sabemos por qué nos da diarrea? Pues en más del 90% de las ocasiones
es por una infección y, de éstas, la gran mayoría se deben a VIRUS. Hay
millones de virus que pueden causar vómitos o diarrea, por eso es normal que un
niño sano pueda tener varios procesos al año. Mucho menos frecuente son las
gastroenteritis por infecciones bacterianas, como Salmonella o Campylobacter,
y siempre suele haber algo más que nos pone sobre la pista, como fiebre muy
alta o sangre en la caca. Una tercera opción serían los parásitos, pero eso lo
pensamos en niños con diarrea de repetición o que vienen de viaje del
extranjero. Ya, pero, anoche cenamos fuera, ¿no puede ser que le haya sentado algo mal al niño?
Pues como poder, todo puede ser en esta vida, pero es mucho menos frecuente.
Este problema se llama toxoinfección alimentaria y se debe a que el alimento
está contaminado por un germen que produce toxinas (lo más frecuente la toxina
del estafilococo); a veces aparecen en brotes en restaurantes o fiestas, así
que no le pasaría sólo al niño. Son cuadros leves y cortos, que aparecen a las
pocas horas de haber comido el alimento, pero que pueden ser serios en niños
pequeños o ancianos.
¿Otro virus? ¿Y de dónde viene? Los virus se contagian persona a
persona con bastante facilidad. A esto hay que sumarle que los niños “son
cochinos” por naturaleza, chupan una cosa que ha chupado el vecino, se meten el
dedo en la nariz, se tocan el culete, el lavado de manos no es lo que más les
gusta… Pues está claro que papeletas de contagiarse tienen muchas como haya
algún amigo infectado en la guarde o en el cole. Entonces, ¿qué puedo hacer
para evitarlo? Higiene, higiene e higiene, sobre todo lavado de manos, tanto
del niño como de la persona que lo cuide (cuidado al cambiar el pañal o limpiar
culetes, que si no el papá o mamá puede acabar igual) y, por supuesto, antes de
comer o preparar comidas. En los niños pequeños, desde las 6 semanas de vida
hasta los 8 meses, aproximadamente, podemos poner la vacuna oral (por boca) frente al Rotavirus para prevenir este tipo de infección (los pediatras
recomendamos su uso, pero no está incluida en el calendario de vacunación
habitual).
Vale, pues ¿ahora qué hago? Lo más importante es que el niño esté bien
hidratado. ¿Con qué? Pues depende de cómo esté el niño; si el niño tiene una
caca un poco más blandita al día y no está vomitando, valdrá con líquidos
abundantes; si no para de vomitar habrá que dar un suero de rehidratación de la
farmacia, NO AQUARIUS®, ni zumos. El Aquarius® es una bebida para deportistas
adultos sanos y los zumos no llevan más que azúcar (os pongo más abajo una
comparativa entre lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)
y lo que llevan estos productos).
Recomendaciones OMS
|
Aquarius®
|
Un zumo cualquiera
|
|
Sodio (g/l)
|
2.6
|
23.2
|
0.0
|
Potasio (g/l)
|
1.5
|
2.5
|
0.0
|
Azúcar (g/l)
|
13.5
|
6.1
|
100.6
|
Citrato (g/l)
|
2.9
|
0.0
|
0.0
|
¿Entonces? ¡Suero de la farmacia! Seguro que encuentras un sabor que,
poniéndolo un rato en la nevera fresquito, se lo tome bien. Ya se preocupan las
marcas de ir mejorando los sabores. No se recomienda dar medicación, a no ser
que el niño tenga fiebre, en cuyo caso le daremos medicamentos para bajarla.
Medicamentos que aún se continúan usando para cortar los vómitos o la diarrea no se deberían
utilizar, ya que hay distintas alertas sobre que su uso puede provocar
problemas cardíacos o neurológicos;
así que mejor estarse quietecito.
Otra cosa que también ha cambiado son las recomendaciones sobre la comida, ¡fuera la dieta blanda, la leche sin lactosa y el estar largas horas
sin comer!
En los lactantes no hace falta cambiar nada en su dieta (los que toman pecho se
quedan igual y a los que toman biberón no hay que diluir la leche). En los
niños mayores, al igual que en los adultos está demostrado
que cuanto antes coman su dieta normal, antes se recupera el tubo digestivo; aunque
hay que evitar dulces, azúcares y grasas. Si el niño no quiere comer, no le fuerces. No penséis que
esto son modas con las que vamos cambiando los médicos, son años de largas
investigaciones que nos hacen cambiar lo que recomendábamos antes.
Por último, algo que suele preocuparnos bastante a los padres
trabajadores, ¿cuándo podrá volver al cole o la guarde? La mayor parte de los
casos son leves, así que no debemos limitar la actividad del niño. A pesar de
ello es mejor que no vuelva a clase hasta que se encuentre mejor y el riesgo de
contagiar a toda la clase disminuya un poco, el resto de papás lo agradecerán.
Si veis cualquier cosa rara en vuestro niño que os preocupe, es el
mejor momento para consultar con el pediatra. Como veís con cuatro pequeños y sencillos consejos nos
podemos ahorrar alguna visita al centro de salud.
Hasta la próxima,
Dra. Matilde Zornoza Moreno (Pediatra 2punto0)
PD: En la web “Familia y Salud” tenéis el decálogo de la diarrea,
superútil.
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